A primeras horas de la mañana, antes de
que brillen los rayos del sol, el gallo grite su primer cacareo o las
aves canten sus melodías de las mañanas, las señoras “caseritas”
empiezan con el preparado de unos platos típicos universitarios como: el
ají de fideo, caldo de maní y salchichas con arroz (salchiarroz) para
ser degustados por la comunidad universitaria y otros que pasan por el
lugar.
A pesar de las bajas temperaturas que se
registra cada mañana por la urbe alteña. Las señoras, más conocidas
como “comideras o caseritas” cocinan desde tempranas horas con la
intención de generar su propia fuente laboral y de paso saciar el hambre
a varios universitarios que en gran mayoría son de bajos recursos
económicos en esta parte de la ciudad.
Son los días hábiles de lunes a sábado
que se puede percibir alrededor de la Universidad Pública de El Alto
(UPEA), unas carpas armadas de nailon generalmente de color azul, con
un espacio de 3×3 metros cuadrados y dentro de la misma instalación unas
banquetas de madera, acomodadas para sentarse, algunos lo conocen como
“caballito” o “agachaditos”, todo con el fin de que los mismos clientes
se sienten a disfrutar de los platos preparados por la caserita.
Sobre el Precio
La mayor cantidad de preparados y platos para ofrecer oscilan desde los Bs. 3
(tres bolivianos), hasta los Bs. 7 (siete bolivianos) no solo para
estudiantes sino también para muchos docentes y administrativos que
están en la universidad alteña.
Lourdes, universitaria y vecina, comenta cuando va degustando su ají de fideo que; “como
estudiantes no tenemos suficiente economía para un almuerzo de Bs. 10
(diez bolivianos), tenemos que ahorrar dinero para nuestros libros y
muchos otros para los pasajes (…) es uno de los pocos lugares que puedo
encontrar algo de comer y bien preparado por este precio y llenar mi
estómago”.
Dona Juanita, es una de las caseritas de
estos lugares, esta casi 10 años con este negocio. Día a día sale
uniformada con un mandil de color azul para atender amablemente a sus
clientes, sonriendo nos comenta; “yo todo los días me levanto muy
temprano para cocinar e ir a vender la comida que eh cocinado (…) el
precio que yo vendo a los estudiantes son de 3 bolivianos y a otras
personas que no son estudiantes les vendo a 3.50 (…) yo vendo porque
tengo que mantener a mi familia”.
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