miércoles, 18 de marzo de 2015

En la universidad alteña puedes encontrar un almuerzo desde Bs. 3

A primeras horas de la mañana, antes de que brillen los rayos del sol, el gallo grite su primer cacareo o las aves canten sus melodías de las mañanas, las señoras “caseritas” empiezan con el preparado de unos platos típicos universitarios como: el ají de fideo, caldo de maní y salchichas con arroz (salchiarroz) para ser degustados por la comunidad universitaria y otros que pasan por el lugar.
A pesar de las bajas temperaturas que se registra cada mañana por la urbe alteña. Las señoras, más conocidas como “comideras o caseritas” cocinan desde tempranas horas con la intención de generar su propia fuente laboral y de paso saciar el hambre a varios universitarios que en gran mayoría son de bajos recursos económicos en esta parte de la ciudad.

Son los días hábiles de lunes a sábado que se puede percibir alrededor de la Universidad Pública de El Alto (UPEA), unas carpas armadas de nailon generalmente de color azul, con un espacio de 3×3 metros cuadrados y dentro de la misma instalación unas banquetas de madera, acomodadas para sentarse, algunos lo conocen como “caballito” o “agachaditos”, todo con el fin de que los mismos clientes se sienten a disfrutar de los platos preparados por la caserita.
Sobre el Precio
La mayor cantidad de preparados y platos para ofrecer oscilan desde los Bs. 3 (tres bolivianos), hasta los Bs. 7 (siete bolivianos) no solo para estudiantes sino también para muchos docentes y administrativos que están en la universidad alteña.
Lourdes, universitaria y vecina, comenta cuando va degustando su ají de fideo que; “como estudiantes no tenemos suficiente economía para un almuerzo de Bs. 10 (diez bolivianos), tenemos que ahorrar dinero para nuestros libros y muchos otros para los pasajes (…) es uno de los pocos lugares que puedo encontrar algo de comer y bien preparado por este precio y llenar mi estómago”.
Dona Juanita, es una de las caseritas de estos lugares, esta casi 10 años con este negocio. Día a día sale uniformada con un mandil de color azul para atender amablemente a sus clientes, sonriendo nos comenta; “yo todo los días me levanto muy temprano para cocinar e ir a vender la comida que eh cocinado (…) el precio que yo vendo a los estudiantes son de 3 bolivianos y a otras personas que no son estudiantes les vendo a 3.50 (…) yo vendo porque tengo que mantener a mi familia”.

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